martes, 27 de octubre de 2009

7.- el verano del 95

no diré que es la casa donde yo también cierta vez viví
y que en sus rincones jugaba con duendes, caracoles y estrellas de mar

diré solo que es el sitio donde cada mañana o cada tarde
mi padre suele dormir su siesta después de tomar su café o sus medicinas

recuerdo que había días en que el despertaba desde su pecho
velludo y limpio,
y abría las mañanas de la casa de par en par
y su tatuaje del brazo izquierdo iluminaba el día como una rosa eterna
y caminaba inclinado hacia la perdida playa, de sus sueños y recuerdos
mientras que yo en mis escasos 13 años trepaba su silencio en mi bicicleta
y sentía su aliento antiguo sobre mi rostro sorprendido
y caía sobre mis ojos su mirada como dos carbones encendidos
y había tardes
en que fumando su pipa, me embarcaba con el en sus historias insólitas
él era el marino mágico que encendía las estrellas de mar
el remero interminable que paseaba en el mar en una cáscara de huevo
el contador de cuentos inacabables
el que escondió en su pecho un secreto que nunca logre descubrir
el amado de las mujeres y de los amigos
el descubridor de lo absurdo en los ojos de la gente
el pintor de crepúsculos
el mago
el silencio

y ahora,
observo las ventanas cerradas de esta casa donde cierta vez viví
y el pecho hundido de mi padre
y su mirada extraviada entre la incomprensión y el silencio
me pregunto
¿dónde está el marino mágico que encendía las estrellas con sus ojos?
¿donde ha quedado el fabricante de la risa y del vino?
y me rebelo a la respuesta que presiento
más que una casa, una tarde o una historia del océano,
es un sitio increíble
donde mi padre verano tras verano se está muriendo
entre medicinas, abrazos y palabras familiares que no entiende.
son las tres y treinta y la madrugada esta oscura
el ya no entiende de mi ternura.


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