aquí tu recuerdo estuvo reventándome las venas toda la noche
Y en las cosas que mi mano tocaba veía nacer una libélula verde
que tenia tus ojos
esta es la fecha día hora el amante que se enredo en tus escamas
el que premeditadamente humedeció nuestros nombres con su sangre
tu no llegabas a explicarte el orden diferente que iban adoptando nuestras palabras
lavabas tu inocencia en el lavatorio de los hoteles
las tardes eran jirafas en llamas que recorrían nuestros cuerpos
hasta que un dios azul se sentó en tu vientre
vomitaste un poema increíble
y todo giro y giro en la habitación hasta romperse en mi boca
después no puede ya verte no quise ya verte
presiento ahora que una carta pudo haber salvado la situación una llamad telefónica
por que aun quedaba mucha sangre para cubrir la intimidad de nuestros cuerpos
como aquella temporada de las caminatas por la playa de la punta
que aun no terminan de evaporarse de los charcos de la av. grau
tu guardabas un libro de marx en tu mochila
la lluvia cabalgaba impenitente en nuestros ojos
y yo me empeñaba en encontrar un parecido entre tu risa y el verano del 72
y ahora que recorro nuevamente estas calles que cruzo estas pistas
con dirección a la casa de Juan junto al muelle
con y tus huesos haría una quena para llamar tu nombre
pero no, a esta altura de esta tarde de agosto
solo necesito beberte el corazón.
Y en las cosas que mi mano tocaba veía nacer una libélula verde
que tenia tus ojos
esta es la fecha día hora el amante que se enredo en tus escamas
el que premeditadamente humedeció nuestros nombres con su sangre
tu no llegabas a explicarte el orden diferente que iban adoptando nuestras palabras
lavabas tu inocencia en el lavatorio de los hoteles
las tardes eran jirafas en llamas que recorrían nuestros cuerpos
hasta que un dios azul se sentó en tu vientre
vomitaste un poema increíble
y todo giro y giro en la habitación hasta romperse en mi boca
después no puede ya verte no quise ya verte
presiento ahora que una carta pudo haber salvado la situación una llamad telefónica
por que aun quedaba mucha sangre para cubrir la intimidad de nuestros cuerpos
como aquella temporada de las caminatas por la playa de la punta
que aun no terminan de evaporarse de los charcos de la av. grau
tu guardabas un libro de marx en tu mochila
la lluvia cabalgaba impenitente en nuestros ojos
y yo me empeñaba en encontrar un parecido entre tu risa y el verano del 72
y ahora que recorro nuevamente estas calles que cruzo estas pistas
con dirección a la casa de Juan junto al muelle
con y tus huesos haría una quena para llamar tu nombre
pero no, a esta altura de esta tarde de agosto
solo necesito beberte el corazón.
rv.
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